Soberbia
Vendrás a mi
de rodillas,
esclava de tí misma,
de tu orgullo,
de tu soberbia
y de mi falo.
Este,
se erectará
cuando tu lengua,
tu juguetona lengua,
la lama indecemente;
y cuando tu boca,
tu avariciosa boca,
se abra
para dejarle paso;
y tus turgentes bordes
se cerrarán
sobre mi glande
y tus dientes
lo mordisqueen eternamente;
y tus apetitosos labios
estrecharán, una vez más,
el apetitoso glande,
y correrán impetuosamente
el sedoso órgano,
abajo,
arriba,
abajo,
arriba...
que se endurecerá
cada vez más,
como tronco de acacia
que agua necesita,
para ser grueso y duro,
extasiante...
.
Y entonces,
te agarraré
de tu densa y larga cabellera,
y te balancearé
tu hermosa y casta cabeza
abajo,
arriba,
abajo,
arriba..
y te apretaré contra
mi ingle,
y se hundirá mi miembro
hasta tu soñadora garganta,
con dureza,
con precisión,
con ahinco...
y seguiré haciendo que
tu cabeza
se mueva al ritmo de
tus tersos labios,
abajo,
arriba,
abajo,
arriba...
y cuando a punto esté
de correrme,
te daré la vuelta,
te cogeré por tus caderas,
te romperé tu falda,
rasjaré tus finas bragas
y,
situándote de cara a la ventana
meteré mi polla
por tu virginal
culo...
y gozaré,
y disfurtarás
como alguna vez lo has hecho,
pero como siempre lo has querido,
y tus deseos
y los míos,
se desbordarán
hasta deshacernos
en mares infinitos.
1 comentario:
Dese el principio, tu madre y tu abuela, y tu familia, me vejaron, sin ni siquiera saber nada de mí, y, como tú misma me ibas diciendo, cada vez se pasaban más: ni siquiera tú me defendiste, no tengo que hacer nada ahora.
Has sido tú misma la que, desde un principio, me declaraste la guerra, y yo sin saberlo y, encima, te sigues riendo de mí diciendo que, "eres la primera que quieres pararla" -y también eres la primera que comenzaste, y a mi, me hundiste totalmente, y no me estoy haciendo la víctima, que conste, ya sabes cuántas veces me han hecho morder el polvo y cuántas me he levantado pero, de tí, jamás me lo hubiera esperado. Ve con mamá, ella siempre tendrá cura para estas cosas-.
Que te vaya bien y que seas feliz, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo?.
Ahora, te pido que, ya, me dejes y te dejes en paz, si puedes, por favor.
Grasias.
Adiós por cuarta o quinta vez.
Se acabó, como tú bien sabes y tanto me repites.
Ya sabes que yo, nunca he tenido problemas para las despedidas: suelo tener bastante "tacto", sobre todo con las personas que, por lo menos, alguna vez, he querido o amado.
Fin
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