30/7/04

REFLEXIONES

Estamos hasta los OVARIOS y hasta los COJONES, de que la gente tenga miedo de la felicidad ajena y, a la mínima señal de alegría de los otros, se les esté diciéndole:
“ten cuidado”, “procura calmarte”,
“que puedes estrellarte”, que...
¡Pero bueno!, ¡tanto miedo nos da que se nos contagie!.

En vez de apoyarle y emocionarnos porque siente sangre en las venas y recorren campanillas su cuerpo, con lo que se le dice, se le está mal hundiendo y al final, esa felicidad que siente y que, por desgracia, no es normal en esta vida, acaba transformándose en muerte.
¿No vamos a ser capaces de decirle lo contentos que estamos por este hecho y la envidia que sentimos por ello?.
En vez de apoyarle para que lo viva apasionadamente, se le dispara dardos envenenados para que termine claudicando.

Y nos preguntamos entonces: ¿Dónde está el apoyo mutuo?, ¿dónde está la solidaridad?, ¿dónde están las manos unidas?.
¿Tanto miedo nos produce el recuperar lo que continuamente nos están arrebatando?.