PROHIBIDO SENTIR
-¡Oh, figura femenina!. ¡Cuán gloriosa eres!
Hidegarda de Bingen –siglo doce- creía que la sangre que mancha es la sangre de la guerra, no la sangre de la menstruación, y abiertamente invitaba a celebrar la felicidad de haber nacido mujer.
Y en sus obras de medicina y ciencias naturales, únicas en
-En la mujer, es comparable al sol y a su dulzura, que delicadamente calienta la tierra y la hace fértil.
Un siglo antes que Hidegarda, el célebre médico persa llamado Avicena había incluido en su canon una descripción más detallada del orgasmo femenino, a partir del momento en que los ojos de ella empiezan a enrojecer, su respiración se acelera y comienza a balbucear.
Como el placer era un asunto masculino, las traducciones europeas de la obra de Avicena suprimieron la página.
(Eduardo Galeano ESPEJOS, una historia casi universal,
Editorial Siglo XXI, 2008)