Y ahora
Otra cosa no habrá sido:
te cuidó todo lo que pudo;
te amó hasta el infinito;
sus mentiras, si las tuvo,
siquiera fueran de las que hacen ruido.
Sus corazas apenas aparecieron;
no así como las de ella que,
poco a poco,
todos creían que se iban abriendo.
Sus miedos,
nunca los de ella fueron;
sin embargo, los de ella,
les inundaban casi a cada momento.
La sinceridad de él
siempre fue su cargamento;
sin embargo, la de ella,
a veces le dejaban muerto.
Y ahora,
que por fin clareaban sus ojos,
Ella,
le rajó todo por dentro.
(a Ankarita, Avda. Oporto 69)
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