Hombres vitasexuales
Un amor de hombre
En los años 70 se hablaba de unificar roles ; en los 90 nació el 'metrosexual' y ahora llega el 'metroemocional', un ser ultrasensible y cariñoso, a gusto de la mujer moderna
ROBERT BASIC/ILUSTRACIÓN: M. CASAL
En los años 70 se hablaba de unificar roles ; en los 90 nació el 'metrosexual' y ahora llega el 'metroemocional', un ser ultrasensible y cariñoso, a gusto de la mujer moderna
ROBERT BASIC/ILUSTRACIÓN: M. CASAL
.
TIPOS DE HOMBRE
Rosetta Forner presenta en su libro once clasificaciones de Homo.
Rosetta Forner presenta en su libro once clasificaciones de Homo.
Homo escapatus: Hombre que se pasa la vida seduciendo «damiselas» sin dejarse atrapar por ellas.
Homo atrapatus: Ronda los 50 años y al final cede a las presiones de la «damisela».
Homo casatus: El hombre que, en lugar de divorciarse, se ha echado una amante.
Homo asustatus: No quiere escaparse y por miedo acaba casándose con la chica equivocada.
Homo mariposatus: Guapo y con novias por todas partes. 'Atonta' a sus presas con facilidad.
Homo florerosatus: Un narcisista, obsesionado con su aspecto físico.
Homo sacrificatus: Necesita a una mujer por la que sacrificarse porque, en realidad, es él el que precisa atención para desengancharse de la necesidad de ayudar a los demás.
Homo amantisatus: Como amante es fabuloso, pero como marido es un desastre.
Homo damiselatus: Seduce, pero no asume las consecuencias de su juego de seducción.
Homo modernitatus: Una variedad de 'metrosexual'.
Homo re-evolutionatis: El nivel anterior al hombre metroemocional.
Hace unos años, el escritor inglés Mark Simpson llegó a la conclusión de que la supuesta «liberación masculina», un fenómeno que empezó a olerse en los noventa, no era otra cosa que la «esclavitud bien vestida». Vino a decir que los hombres también viven angustiados por la imagen y los zarpazos de la publicidad consumista. Fue entonces cuando Simpson acuñó el término metrosexual, un vocablo que no tardó en popularizarse y que encontró en David Beckham a su idolatrado tótem mundial. El metrosexual, reza la definición, es «consecuencia del postfeminismo castrador», además de «narcisista, exhibicionista y consumidor compulsivo, que ha hecho suyos los rasgos atribuidos al sexo opuesto». Pero el metrosexual debe evolucionar y abandonar el culto a las apariencias para crecer en el terreno espiritual, afectivo. Si lo consigue, entonces subirá de escalón para convertirse -¿atención!- en el hombre metroemocional. Esta es la metamorfosis que Rosetta Forner propone en su último libro, En busca del hombre 'metroemocional' (Integral), un relato sobre la soledad y la precariedad sentimental del individuo contemporáneo. Se acabó el mito del cazador, la estampa del protector, el músculo, el macho dominante. Si uno introduce metroemocional en Google, el buscador le devolverá 65 resultados. La mayoría hace referencia al libro de Forner. Sin embargo, también aparecen algunas bitácoras que recogen el significado del nuevo tipo de hombre confeccionado por la mujer de hoy. Pero eso no es todo. Ya se empieza hablar de los vitasexuales: varones de unos 40 años que no aceptan que la edad les limite su sexualidad y que se desviven por satisfacer a su pareja en la cama. El hombre metroemocional, aclara la escritora, «sabe hablar de sus emociones; es abierto, amable, sensible, cariñoso, con carácter, tolerante, colaborador; le gustan los niños, juega con sus hijos, habla bien de sus padres y de su ex mujer; le encantan las mujeres más inteligentes que él, le gustan las mujeres independientes; es un hombre con capacidad de amar, es el líder de su vida, aprecia que una mujer sea libre y que exprese su opinión, respetándola siempre; no le gustan las mujeres superficiales que basan todo su valor en lo físico y no está interesado en usar el romance para conseguir sexo».
Hace unos años, el escritor inglés Mark Simpson llegó a la conclusión de que la supuesta «liberación masculina», un fenómeno que empezó a olerse en los noventa, no era otra cosa que la «esclavitud bien vestida». Vino a decir que los hombres también viven angustiados por la imagen y los zarpazos de la publicidad consumista. Fue entonces cuando Simpson acuñó el término metrosexual, un vocablo que no tardó en popularizarse y que encontró en David Beckham a su idolatrado tótem mundial. El metrosexual, reza la definición, es «consecuencia del postfeminismo castrador», además de «narcisista, exhibicionista y consumidor compulsivo, que ha hecho suyos los rasgos atribuidos al sexo opuesto». Pero el metrosexual debe evolucionar y abandonar el culto a las apariencias para crecer en el terreno espiritual, afectivo. Si lo consigue, entonces subirá de escalón para convertirse -¿atención!- en el hombre metroemocional. Esta es la metamorfosis que Rosetta Forner propone en su último libro, En busca del hombre 'metroemocional' (Integral), un relato sobre la soledad y la precariedad sentimental del individuo contemporáneo. Se acabó el mito del cazador, la estampa del protector, el músculo, el macho dominante. Si uno introduce metroemocional en Google, el buscador le devolverá 65 resultados. La mayoría hace referencia al libro de Forner. Sin embargo, también aparecen algunas bitácoras que recogen el significado del nuevo tipo de hombre confeccionado por la mujer de hoy. Pero eso no es todo. Ya se empieza hablar de los vitasexuales: varones de unos 40 años que no aceptan que la edad les limite su sexualidad y que se desviven por satisfacer a su pareja en la cama. El hombre metroemocional, aclara la escritora, «sabe hablar de sus emociones; es abierto, amable, sensible, cariñoso, con carácter, tolerante, colaborador; le gustan los niños, juega con sus hijos, habla bien de sus padres y de su ex mujer; le encantan las mujeres más inteligentes que él, le gustan las mujeres independientes; es un hombre con capacidad de amar, es el líder de su vida, aprecia que una mujer sea libre y que exprese su opinión, respetándola siempre; no le gustan las mujeres superficiales que basan todo su valor en lo físico y no está interesado en usar el romance para conseguir sexo».
En resumen: es Él. El tipo del siglo XXI.
Etiquetar al hombre para dar con la perfección soñada desde la óptica femenina, con toda la variedad que eso supone, no es un fenómeno reciente. Se pueden distinguir, por lo menos, tres etapas en la caracterización de la masculinidad. En primer lugar, está el concepto de la androginia psicológica. Según recuerda Manu Sánchez de Miguel, doctor en Psicología y experto en Psicología de Género, en los años setenta ya se empezó a hablar de la «fusión entre lo femenino y lo masculino»; es decir, de que los roles tradicionales hombre-mujer empezaban a concentrarse en una sola persona. Después le tocó el turno al metrosexual. «En el fondo -explica De Miguel-, lo que encontramos es una fuerte influencia de los mercados de la moda, de la industria cosmética que, hasta hace poco, se circunscribía a las mujeres». Y, finalmente, aparece el individuo metroemocional. Según el experto vasco, lo que plantea Rosetta Forner en su libro es la «búsqueda de un perfil del hombre del siglo XXI, obtenido mediante una metodología similar a la de un estudio de mercado para un producto consumible». Y añade: «Las mujeres argumentan que los hombres aún no han interiorizado los roles tradicionalmente adscritos al género femenino, como el cuidado de los niños o las tareas domésticas». El ideal es precisamente en este punto donde comienza el proceso de selección, es decir, de rastreo: que sea cariñoso, tierno, amable, culto, responsable, maduro, sensible, emotivo... «El rastreo-etiquetado empieza en las características y roles tradicionalmente femeninos que el varón, progresiva y lentamente, va interiorizando. Es la imagen del hombre ideal, que no siempre se da para la totalidad de los rasgos y características deseadas, algo que pudiera ser utópico. Sucede igual en el caso de la mujer, porque la metroemocionalidad, en definitiva, es cosa de los dos sexos», matiza De Miguel. Lo que parece evidente es que el cambio estético del metrosexual no encierra dificultad alguna, pero transformar la línea emocional de un individuo es distinto. «Hay un malestar con el hombre tradicional y lo que hacen las mujeres es buscar a un señor que se entienda mejor con ellas», explica Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca. E incide en una frase que escucha con más frecuencia: «No hay hombres que merezcan la pena». Según López, se trata de un fenómeno «bastante extendido», que no existía hace veinte años. ¿Razones? Todas. La insatisfacción ocupa un lugar privilegiado en la escala de los reproches. «Ellas creen que han evolucionado, promocionado, emancipado, y que han asumido tareas propias del género masculino; ellos, sin embargo, se han estancado en el pasado». Lo que parece evidente, en opinión de este catedrático, es que todos estos «hombres nuevos» tienen dos cosas en común: gustan a las mujeres y se parecen más a ellas. «Ya no hay que ser un machote, rudo, fuerte. Lo que se busca ahora son tipos tiernos, suaves, emotivos... Hablamos del hombre a la carta, a gusto de las mujeres». Sin embargo, detrás de este collage de posibilidades se esconde un instinto milenario, eso sí, envuelto en el papel del progreso y la modernidad. «Porque la búsqueda de la persona ideal sigue siendo una necesidad».
.
"Los españoles, los más `vitasexuales´"
.
Servimedia/ Los hombres españoles de entre 40 y 45 años son los que tienen la actitud más maduraante el sexo de Europa, según el "Estudio Internacional de Sexualidad Masculina" realizado a 5.000 hombres. Para el 60% de los españoles el sexo es una parte muy importante de su vida mientras que la media europea es del 35%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario