No será la última vez
Sí, será la última vez.
Cada noche, al cerrar tu mirada, muero
-todos los días son finales de tiempo-.
Sí, no habrá más luz en lo que queda de instantes.
Los cráteres comenzarán a surgir y nos perderemos
en la bruma de nosotros mismos y de nuestros cuerpos.
Nada impedirá que traspasemos los umbrales del silencio
que aparecen ya, como si quisieran arrebatarnos
los únicos ahoras en que entramos en los más allá.
Sí, será el principio del cataclismo en que caeremos
iniciado por cada uno con tal propósito.
Nos cegaremos con el frenesí que desearán nuestras bocas.
Tú, te irás; para regresar más tarde con toda tú otra vez.
Yo, huiré; y volveré con todo mi yo para dártelo a ti por completo.
La noche no existirá ya más: siempre quedará en nosotros.
Saldrá a la vida para no darnos la muerte.
Esta, permanecerá enajenada al vernos
y de su tez, delirante, partirán diluvios de ira
por no poder separar cuanto tú y yo formamos.
Sí, será la última vez que un beso mío
acalle tu boca y produzca espumas de dichas;
y que tu aliento, coral vítreo,
me petrifique de arena al exhalarlo.
Sí, el miedo a después perderte, desaparecerá.
Nacerá otro día cualquiera, sin que se piense.
Nos envolverá con penumbras y estertores largos
se desenterrarán para alejarnos.
Sí, no será la última vez que tus ojos
se confundan, con la pasión de estos ojos
que te miran.
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