13/10/04

Cuando me dí la vuelta, tus reptantes piernas se perfilaban como verticales senderos que te llevan al océnao de la vida: esbeltas, sinuosas, moviéndose al igual que dos serpientes sin prisas, acercándose una a otra, rozándose
hacia la mitad
de las curvas que contornean tus rodillas. Sigilosas, me atrapan sin que mis ojos puedan escapar de su silencio. "¡Ven!", me dicen: ven hacia ese lugar que nos comunica hacia otros mundos; ven hacia ese lugar en donde ambos nos unimos; ven hacia una nueva aventura, en donde mis pies guiarán tu boca, tus manos, tus dedos, tus sentidos.

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