Mujeres Clara; mujeres Medusa; mujeres Górgonas

Mujeres Clara, mujeres Medusa, mujeres Górgonas:
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Helena: pornolab, tu ojos, se posaron en mis ojos; mis manos en tus caderas; tus labios se abrieron a mis labios; tus palabras, encendieron las mías… mujer estrecha con apariencia de tigresa.
Camila: caribeña danzarina sin cuerpo aparente cuando en el vip nos sirves la comida. Te quedaste con mis bailes y también de mis palabras. Desapareciste sin apenas darme tiempo a recuperarme…, no sabiendo aún porqué.
Nuria: sexualidad apuñalada desde niña, que inhibe su cuerpo cuando pretende en él entrar la vida.
Rosi: atrapada en cementos isleños que inmovilizan su lujuria. Esperando a que nunca un príncipe azul empañe sus sueños.
Lucía: arriesgarota timburteña que cansada está de ensangrentarse las manos con personas que sólo piensan en ellas mismas.
Ana: desde muy temprano madre soltera. Un espasmódico vallekano la dejó sin decirla nada. Risa con gracias que, después, recurre también a lo que a ella misma le hacen. Se lanza a las olas y, cuando la engullen como desea, desaparece…
Ana, la de los ojos verdes: murcianica aprendiz de leona, que va tras los supuestos lobos engullidores de mujeres buenas…y alejándose rápidamente tras catar cómo devoran los mórbidos hombres malos.
Jacqueline y Julieta: esculturales cuerpos sambáticos hábidos de lujuria simulada, castrados cuando piensan lo que piensa, cuando actúan, cuando disimulan, cuando no son ellas.
Belén: la voz de él, le sirvió para correrse viva, ni se lo creía. Necesitaba amor, y amor le dieron porque aún se desconocía ella. Tras encontrar su “camino” ahora, viene, va, va, viene y, a veces, sabe que es hasta ella misma.
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Kostas: nacido de afuera a dentro, cargador de un peso que no era el suyo; casi muerto sin estar muerto; de vida lleno, de vida lleno; de arriesgadoras risas que sueñan, ahora, la realidad no sólo le espera. Pan, macho cabrío, sátiro…. Desinhibidor de no sólo formas; oscura voz que sugiere, que aterra, que te equilibra cuando te desequilibras; que te desestabiliza cuando te mesura; que arde cuando quema; que te arrastra hacia los más bajos instintos: ten cuidado si no quieres caer en sus afiladas garras