27/2/11

Visitas

Dije: no estoy para nadie,

esta mañana no puedo perderla


Llamaron

el deshauciado y el proscrito,

el que trae papeletas, filtros de amor,

cartas con matasellos del futuro.

Llamaron el vecino y el antípoda,

y también el ladrón, el pordiosero

para quienes el perro inventó su ladrido

y el ciudadano sus cerrojos.


Venían sonriendo, transpirando,

con alfiler y lágrima,

derechos o torcidos, a pie o montados

en sendos alazanes de recortada bruma.


Los atendí a todos, uno por uno,

con alucinación y vino compartidos.


Gané muchas mañanas en una sola.

(Salustiano Masó)

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